Cuando menos te lo esperas [Nathan]

Mi respiración todavía estaba agitada,elevando mi pecho exageradamente una y otra,y otra vez,mientras intentaba calmarla inspirando con profundidad.
Pegué la cabeza contra la rugosa piel del árbol que me servía de apoyo,aunque me doliera la cabeza al tenerla apoyada allí,y eché el largo flequillo que tapaba mis ojos hacia atrás con una mano;la sombra proporcionada por la multitud de ramas llenas de miles de hojas,de distintos tamaños,colores y texturas,me ayudaba poco a poco a recobrar mi compostura.
Sin duda ninguna había venido al lugar idóneo para poder recuperarme.Amparada bajo la protección del árbol más antiguo de todo Tai Lerem (y creo que también de todo el país) podía sentirme más protegida,además de calmarme con el silencio reinante alrededor del mismo.Solía ir allí tan a menudo que conocía el lugar mejor que a mí misma.Para una persona amante de la paz que sólo se podía encontrar en plena naturaleza,ese remanso de paz era un pequeño santuario.
Bajé la vista hacia mis manos unos minutos después de estar observando el horizonte,contemplando cómo el cielo se teñía de un naranja rojizo que pronto daría lugar a una oscura noche;todavía llevaban la sangre reseca de aquel maldito chupasangres.
Las froté contra mis vaqueros desgastados intentando eliminarla,pero era misión imposible.En cuanto me fuera posible me daría un largo y tranquilizante baño caliente.Pero,¿dónde,cuándo no tenía ni un techo bajo mi cabeza?Suspiré amargamente al recordarlo.Tendría que conformarme con algún estanque cercano.
Solo hacía una media hora que había acabado allá en los bosques del sur con aquel maldito que había intentado (el muy ingenuo) morderme.La mayoría caía el la trampa de creer que era una cría indefensa deambulando por el bosque,una presa fácil de cazar para saciar su interminable sed.Y todos ellos acababan perdiendo la cabeza.Literalmente.
Me acurruqué contra el tronco sin despegar la mirada del horizonte,escondiendo las manos entre mis piernas,sin mediar palabra.

La había estado observando, sí. Ella había usado su habitual técnica, aprovechando su aspecto de niña desamparada, y se había cargado a uno de los míos, aunque la verdad, no me importaba mucho. Vi que él iba a morderla, pero ni se me pasó por la cabeza intervenir. Ella sabía cuidarse sola. Más tarde se me ocurrió que la habría mosqueado hasta lo innombrable que yo la hubiera ayudado, y me maldije a mí mismo por vago. Mecachis. En fin.
Ella se apoyó contra el gran árbol centenario, un árbol viejo, grueso y algo polvoriento. Je. Iba a darle un pequeño susto.
Me subí a otro árbol que había cerca, y con agilidad felina, subí a una rama del centenario desde donde podía verla perfectamente. Me acomodé.
La observé un rato más. Vaya, se había manchado sus manitas. Qué señoritinga.
-No se va a marchar la sangre así como así, princesita. -sonreí con malicia, dejando mis colmillos a la luz. -Te recomiendo que uses sifón, dicen que va bien para esa clase de manchas, aunque ya deberías saberlo a estas alturas, ¿no?
Me reí burlón.

Estaba tan embotada en aquellos momentos,pensado a la vez en todo y en nada,que no oí ni el más mínimo ruido de alguien moviéndose.Ni el susurro de una hoja,ni el crujido de una rama...nada de nada.
Por eso mi sobresalto fue tremendo cuando oí una voz procedente de lo alto del árbol sobre el que estaba apoyada.Casi saltando como si tuviera un resorte en el trasero me dí la vuelta en un perfecto giro de 360º,pero sin abandonar mi anterior posición sobre las húmedas briznas de hierba.Mi cabeza procesó ese timbre tan burlón,esa profundidad,ese tono tan arrogante que conseguía sacar a la vez lo peor y lo mejor de mí a una velocidad de vértigo.
"No puede ser.No,ahora no..." me dije en mi fuero interno al reconocer quién demonios era el que me había sorprendido tan de golpe.Elevé la cabeza dejando otra vez caer el flequillo sobre mis azulados ojos,para comprobar lo que ya me sabía de antemano.
Allí estaba,sentado como si estuviera en su propia casa sobre una gruesa rama,con esa sonrisita suya tan irritante.Hice un mohín con los labios,resoplando.
-¿Por qué no me haces un favor y desapareces de mi vida?-se notaba en cada palabra mi hostilidad.
Desde que le conocí no había conseguido quitármelo de encima.Su mayor pasatiempo en su eterna vida era hacer la mía imposible;me seguía allá donde fuera,me pinchaba y se reía de mi solo por el placer de verme colérica.
Encima me había pillado en un momento en el que estaba cabreada con el mundo,igual siempre que acababa una batalla...lo que me faltaba,aguantarle.

Me reí, dispuesto a molestarla un ratito más.
-Oh, venga, Jennie. ¿Hacerte un favor? -me encogí de hombros. -¿Y qué gracia tendría eso?
Me levanté de un saltito de mi cómoda posición en mi rama y bajé al suelo, a apenas unos metros de donde estaba ella mirándome enfurecida, de un grácil salto.
La miré, provocante, mis ojos brillando azules gracias a mi don del ilusionismo. Si no fuera por este, estarían brillando de un color algo raro. Sonreí a Jeanne con suficiencia.
-Si en el fondo te gusta que yo te vaya detrás siempre, Jennie. Si no te gustara, ya te habrías librado de mí hace tiempo, siempre te lo pongo a huevo. -me crucé de hombros y la miré de arriba a abajo.
-Por ejemplo, ahora mismo, podrías quitarme del medio, ¿no crees, pequeña? -esperé. -No, no podrías.
Qué divertido era chincharla, por favor.

¿Cómo alguien podía llegar a ser tan pedante como él?No sé si le sería audible la manera en la que encajé de golpe la mandíbula,de tanto presionarla al oír sus comentarios.
¿Que me gustaba tenerle pegada al culo todo el santo día dese hacia más de uno o dos años? (la verdad,ya había olvidado cuánto hacía de nuestro primero encuentro,y prefería no recordarlo).Si cada vez que le veía aparecer en medio de mi camino,cuándo estaba en una encarnizada batalla o simplemente cuando quería que el mundo me dejara en paz o me tragara,me daban ganas de arrancarle esos dos preciosos ojos azules que tenía con los que me miraba tan divertido.
Y claro que podría quitarle de en medio.¿Cómo que no podía?Cómo le gustaba probarme...
Me puse en pie de un salto con el gesto crispado y elevando la barbilla muy digna,mientras le fulminaba con la mirada.Si las miradas matasen...él ya estaría más que muerto.
-No me tientes,Nathan Leiren.Sabes que no te he eliminado desde hace mucho tiempo porque solo eres una molestia y nada más,no podrías ni matar una mosca.-reí con desprecio.-Si no puedes ni con una mocosa como yo.No eres un peligro para nadie,no hay necesidad de matarte.
Claro que podía llegar a ser peligroso si se lo proponía,pero no diría el verdadero motivo de por qué me mostraba tan pasiva con él.Desde aquel día en el que...¡arg,no lo recuerdes!Pero me era imposible no hacerlo.Desde que me...que me besó,me sigue irritando como el primer día,pero tampoco puedo tocarle.
Maldita sea.Antes que me amputaran los brazos y las piernas antes de admitir la razón verdadera.

Mis labios se curvaron ligeramente en una sonrisa francamente divertida. Lo estaba consiguiendo, la estaba poniendo de los nervios una vez más. Era tan fácil que no debería parecerme divertido, pero la verdad es que sí lo era, y mucho.
-¿Te consideras una mocosa?-la miré con falsa lástima. -Pobre Jennie, qué baja tienes la autoestima. -me acerqué un poco, con ese paso firme, elegante y silencioso que caracteriza a casi todos los vampiros, con las manos dentro de los bolsillos, me agaché ligeramente para tener los ojos a la misma altura que los suyos y la miré fijamente. No pude evitarlo, volví a sonreír ligeramente.
-Deberías quererte más, pequeña. Pero, volviendo al tema... -volví a incorporarme, mirándola desde mi estatura algo superior. -De verdad, si tanto te molestara, ya me habrías matado, o... al menos lo habrías intentado, je.
Dejé de contemplarla, y miré a un punto muerto del horizonte y me pasé la mano por el pelo, distraídamente.
-Sé que hay algún motivo oculto, tú no eres de las que hace cosas por que sí. Sé que no debería importarme. Aunque la verdad es que tu motivo me intriga.